El malestar en el trabajo es tal vez la queja más frecuente en el ámbito laboral a nivel mundial, siendo la experiencia del estrés el síntoma cardinal sobre el que se expresan otros tipos de problemas de salud mental relacionados al trabajo. El estrés psicológico surge universalmente frente a las exigencias y presiones internas o externas que cada individuo vive en su cotidianidad. Es importante hacer precisiones adecuadas sobre el concepto de “estrés” para lograr una compresión profunda y útil de este complejo fenómeno psicológico.

Cuando un persona es capaz de afrontar satisfactoriamente las demandas de su ambiente sin desarrollar una condición de malestar psicológico o enfermedad orgánica, la experiencia del estrés puede favorecer al desarrollo del carácter y formar parte de un sentimiento genuino de éxito, a este estrés se le conoce como “euestrés” (en dónde el prefijo griego “eu” significa bueno).  Por otra parte,  el “disestrés” (en dónde el prefijo griego “dis” significa sepación o disolución) conlleva el sentido de una experiencia negativa para la salud mental, surge cuando una persona se siente revasada en sus conocimientos y capacidades para afrontar apropiadamente una experiencia estresante, se manifiesta como un intenso discomfort que puede ser agudo o cronificarse en el tiempo, y que en su punto más deletéreo o nocivo puede arrojar a una persona hacia la experiencia de una: catástrofe psicológica.

De acuerdo a la OMS: 

“A menudo existe confusión entre presión o reto y estrés (disestrés), y a veces se utiliza para disculpar prácticas gerenciales inadecuadas…”

“Debido a las exigencias del entorno laboral de hoy, es inevitable que exista presión en el trabajo. Un nivel de presión que el trabajador considere aceptable puede incluso mantenerlo altera, motivado y en condiciones de trabajar y aprender, dependiendo de los recursos de que disponga y de sus características personales…”

“El estrés (disestrés) puede perjudicar la salud de sus empleados y los resultados de su empresa…”

Organización Mundial de la Salud

La experiencia del disestrés, así como la presencia de otros síntomas de origen psicológico (afectivos, cognoscitivos, psicosomáticos, etc.) representan un reto cada vez más importante en términos de salud laboral (ocupacional) a nivel mundial, siendo un problema que nunca ha sido exclusivo de países en vías de desarrollo. El deterioro de la salud mental de los trabajadores está íntimamente relacionado con el riesgo de padecer otros problemas de salud aumentando significativamente los índices de discapacidad laboral, morbilidad y mortalidad.

El disestrés es una vivencia desorganizadora del bienestar global en cualquier persona sin importar edad, género, condición socioeconómica o grado educativo. La mayoría de las veces su origen es multifactorial, por lo que no puede considerarse que su presencia y sus efectos negativos puedan circunscribirse con exclusividad a la vida personal o laboral, sin embargo la falta de estrategias de prevención, detección oportuna y derivación para un tratamiento eficaz en el trabajo tienden a desenmascarar, agravar y perpetuar condiciones mentales desfavorables en trabajadores vulnerables, o incluso, en quienes nunca habían cursado conscientemente con algún tipo de malestar psicológico.

La presencia y severidad de síntomas mentales supone retos significativos para trabajadores y empleadores, la creación de una cultura saludable en el ámbito laboral es un camino para el desarrollo de políticas que promuevan una verdadera gestión en salud mental en el trabajo. El impacto positivo de la implementación exitosa de una nueva visión en salud mental es sistémica, ya que sus beneficios se verán reflejados no sólo en los trabajadores y en las entidades para las que trabajan, sino también en la comunidad en la que viven y se desarrollan.

Un modelo apropiado de gestión de salud mental laboral, se fundamenta en diversos ejes:

a. Prevención primaria

b. Detección oportuna

c. Limitación del daño

d. Tratamiento sistemático

e. Rehabilitación y reintegración